Los aplausos faltaron
POR MIGUEL II HERNÁNDEZ MADERO
El último mensaje del gobernador del Estado con motivo de su
sexto informe, no tuvo toda la pompa y esplendor de años anteriores; falló la
logística para hacerlo viral y se evidenció el hartazgo de muchos sectores,
incluyendo a gran parte de la burocracia que pasó su domingo de manera normal,
sin la presión de tener que estar al pendiente de un evento del cual se han
sentido ajenos.
Y es que lo transmitido ayer no fue en sí el informe, ese se
entregó al Congreso del Estado y sus integrantes lo analizarán, al menos eso
dicen. Lo que se transmitió ayer fue el mensaje, para el cual se había previsto
hacerlo viral, indicándoles a los burócratas al cuánto tiempo debían conectarse
en las redes, qué mensajes de apoyo deberían poner y cuáles palabras emplear.
Todo un control sobre los trabajadores al servicio de la administración
estatal.
En fin, todo un aparato propagandístico pero que esta vez no
tuvo los resultados esperados, aunque en el mensaje y en el informe se hayan
echado campanas al vuelo.
Hubo una frase que el gobernador Rolando Zapata Bello dijo y que
para muchos pasan desapercibido, por el significado que puede tener. El aún
titular del Ejecutivo Estatal dijo (palabras más, palabras menos), que quiere
caminar por la frente en alto por Yucatán. La pregunta políticamente incorrecta
es ¿podrá hacerlo después del desempeño de varios de sus colaboradores?
Puede sonar a broma, pero detrás de ese mensaje maquillado gran
parte de los habitantes de Yucatán son pobres. Un porcentaje muy importante
está considerado en la extrema pobreza. Los demás se clasifican en diversos
grados de miseria, pero no moral, sino material o económica.
Desviando la mirada de la situación económica, esta vez en el
evento no hubo tanta euforia como antes cuando había personajes quienes, por repartir
volantes, abrir las puertas o asistir a eventos, se consideraban ya “políticos”
y “líderes”. Podría parecer extraño, pero no lo es, que de repente un checador
de camiones o taxis colectivos, o un diligenciero con apenas la primaria, o
cuando mucho la secundaria, ya se sintiera iluminado por los dioses, tan solo
por haber saludado al personaje en turno o bien, por ser llamado para que
cargue una banderola.
Entre este tipo de personajes se pueden distinguir dos grandes
grupos. Por una parte, están quienes lo hacen convencidos, porque creen en
ello, porque les simpatiza el político o porque consideran que eso es lo
correcto.
El otro grupo lo forman quienes esperan beneficiarse, tratan de
entrar en la nómina, buscan hacer negocio o “colocar” a sus familiares. Estos
últimos podría calificárseles como arribistas, convenencieros,
interesados, o como quiera decírseles, pero se les conoce más como “grillos”,
que en este caso hay de varios colores, camisetas y discursos.
Pero esta vez el último mensaje del Gobernador no fue entre
fiesta porque el PRI perdió y el 1 de octubre llegarán otros personajes a
Palacio de Gobierno, otras caras, otros nombres, otro partido, otros colores,
pero lamentablemente con los mismos argumentos.
Hasta la próxima…
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