La marcha de
los condenados…
POR MIGUEL II HERNÁNDEZ MADERO
Yucatán, al
igual que todo el país, se encuentra en emergencia por el COVID-19, mejor
conocido como Corona Virus y para enfrentarlo en esta primera fase, la
instrucción es sencilla y directa: “quédate en casa”, situación que para muchos
yucatecos es virtualmente imposible por la simple razón de que necesitan
trabajar para tener con qué comprar comida.
Pero también
enfrentamos otras plagas, como lo son la histeria colectiva, la desinformación,
el arribismo, la conveniencia y la ignorancia entre otras cosas. Todo ello ha
provocado una desorientación total de la opinión pública, agravado por el
manejo irresponsable de la información y el oportunismo político de algunos
personajes.
Y lo peor es
que la gente se lo cree; los rumores van acrecentándose, algunos fomentados por
bromistas (“deja que me divierta un rato, a nadie le hago mal”, me comentó una
persona a quien le reclamó que estuviera difundiendo audios falsos).
Así, en ese
clima, ya hemos escuchado que en Valladolid o Tizimín ha habido brotes, que en
Mérida hay niños afectados, que “una mujer bajándose del avión tomó un camión
de segunda, vino haciendo paradas, fue a un hospital en Mérida, la mandaron en
su casa, tomó un Uber y estuvo estornudando en el interior”, todo ello antes de
ser diagnosticada como un caso positivo e internada en el Centro Médico
Nacional “Ignacio García Téllez” (mejor conocido como T-1)…, y mucha
gente se lo creyó.
Por otro lado
hay quienes niegan que exista, incluso como prueba fehaciente aseguran que es
un complot, porque “nadie ha visto a una persona enferma”. Es como si dijeran
que para creerlo es necesario ver a la gente cayendo en la calle,
convulsionándose.
Del mismo modo
tenemos a quienes se reúnen en fiestas privadas, confiados en que “no pasa
nada”, para festejar estas vacaciones. Actitudes muy raras de la sociedad
actual y que invariablemente nos condena a todos, pues de nada servirá que una
mayoría guardo los cuidados adecuados, porque bastará un contagiado, para que
el virus de propague, con el agravante de que tarda dos semanas en incubar y en
ese tiempo no haya síntomas, por lo cual puede ir propagando la enfermedad,
tranquilamente, sin remordimientos y gozando de la vida.
Sumémosle otro
aspecto. Los políticos que han salido a la palestra para aprovechar los
reflectores y realizar acciones de promoción personal, como llevar un cheque a
una jubilada, o repartir despensas, o reunirse con grupos de vecinos para
mostrarles su “solidaridad y apoyo moral”. El próximo año habrá elecciones y
este virus ofrece los reflectores necesarios con publicidad gratuita para
personajes oportunistas.
¿El bienestar
de los ciudadanos? De nuevo pasa a segundo término. Ojalá que con todo esto que
ocurre, no estemos viendo la “Marcha de los Condenados”, porque ningún hombre o
mujer, vive aislado.
Hasta la
próxima…
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